En Laches —uno de los barrios más pobres de Bogotá que nace de las ocupaciones y tomas de tierra de las faldas de los cerros de Guadalupe y La Peña— vive Paola con sus padres, su hija de 17 años y su nieto de 2. Desde muy joven, Paola ha trabajado en jardinería, de cocinera, como mesera y como trabajadora remunerada del hogar. La incertidumbre laboral ha estado muy presente en su vida: convive con el no saber si tendrá trabajo al día siguiente, si llevará dinero al hogar al final del día… Buscando maneras de escapar del desasosiego, Paola encontró un anuncio por redes sociales sobre una empresa de servicio de limpieza por app. Aplicó llenando un formulario en línea, no pensó que la iban a llamar, pero no perdía nada intentándolo. La contactaron a la semana, pasó varios filtros (exámenes médicos y entrevistas) y, así, fue contratada en la app de Hogaru. Trabaja ahí hace dos meses.
Hogaru es la primera empresa de app de limpieza en Colombia, se define como “una plataforma digital para reservar servicio de aseo y cafetería”, pero también ofrece servicio de acompañamiento básico de personas. Opera en tres ciudades de Colombia: Bogotá, Medellín y Cali. En su página web, muestra el perfil de 624 trabajadoras remuneradas del hogar, sin embargo, puede haber más. Hogaru afilia a sus trabajadoras al sistema de seguridad social, les da contrato laboral, un horario de trabajo de ocho horas diarias y todas las prestaciones de ley. Podríamos decir que es un caso atípico entre sus pares en la región, ya que las otras apps observadas no garantizan los derechos laborales que Hogaru sí. Sin embargo, hay cosas que podrían mejorar en la empresa, afirma Paola.
El trabajo doméstico es físicamente demandante: “hay veces que es demasiado pesado; le toca a una mucho trabajo”, relata Paola suspirando profundamente. Son las 9 p. m. y nos encontramos hablando por teléfono. Su rutina diaria es tan extenuante que solo puede encontrar tiempo en las noches —cuando regresa a casa— para conversar.
La app de Hogaru permite la contratación de limpiezas de cuatro u ocho horas. Sin embargo, en varias ocasiones, no se cumple el tiempo establecido: las personas clientes quieren que las trabajadoras se queden más. “A una le dice ocho horas y quieren que les trabaje más de las ocho horas. Su hora de salida es a tal hora y hay veces no me dejan salir a la hora que es”, me dice molesta. Dentro de la app se pueden tener jornadas partidas, es decir, trabajar en casas distintas en el mismo día. La movilización entre casa y casa no es contemplada dentro de su horario laboral de ocho horas. Entonces, a veces está más de 15 horas fuera de casa. Cuando le tocan jornadas partidas, un turno puede ser en el norte de la ciudad y el otro a una, dos o hasta tres horas de distancia, al sur. Es decir, con Hogaru, las trabajadoras no pueden escoger las zonas donde irán a trabajar.
Paola vive en un sector popular de la ciudad, pertenece a la clase trabajadora; mientras, quienes contratan el servicio por la app, viven en barrios de clase media y alta. “A mí me mandan es como pa’ los puros barrios de ricos”, dice mientras se ríe. Por lo general, Paola va a trabajar a los barrios de Chicó Norte, Mazurén, Cedritos, Las Margaritas y también “por toda la Séptima, por ejemplo, por la 86, por la 158, por la 200 y son casas muy bonitas”. La desigualdad se nota desde llegar a los barrios hasta entrar a esas casas. Aun si a Paola no le molesta ir a esos barrios y enfrentarse con las diferencias abismales de su vida y la de esas personas, esas disparidades son muy marcadas y nos dejan ver las diferencias sociales.
Mientras uno entra a una casa de esas es como ¡hijuemadre! Las casas son como que tienen de todo, un tipo de cosas que uno dice nunca las ha visto. Al llegar uno a la casa de uno dice “ay, pues uno gracias a dios tiene dónde vivir, tiene su casita, pero uno dice hijuemadre acabé de estar en severa mansión”… Cuando llego a mi casa le digo a mi mami que yo estuve en una casa en la que la cocina de la señora era las tres piezas de nosotros.
En Hogaru les pagan 500 000 pesos colombianos (aproximadamente USD 115,83) cada 15 días. Es decir, entre 30 000 y 33 000 pesos colombianos por día (aproximadamente entre USD 6,95 y 7,64). No obstante, Paola afirma que por fuera de la app pueden ganar 60 000 o hasta 70 000 pesos colombianos al día (aproximadamente, entre USD 13,90 y 16,22). Es decir, por una parte, por cuenta propia, podría ganar el doble que con la app, pero sin prestaciones de ley. Por otra parte, la app cobra a clientes 87 950 pesos colombianos (aproximadamente 20,37 USD) por cuatro horas de servicio y 116 950 pesos colombianos (aproximadamente 27,09 USD) por ocho. En otras palabras, de una jornada de ocho horas, Hogaru se queda con alrededor del 72 % del pago: la trabajadora recibe el 28 %.
Paola dice que no se justifica el pago, que es muy poco. Afirma que sus compañeras también consideran que es muy poco. Ellas deben gastar en pasajes (aun si la app les cubre una parte de ese pasaje), deben llevar comida o gastar en la calle, movilizarse todo el día. Su jornada es de ocho horas de trabajo más todas las de movilización de casa en casa.
La verdad, la verdad no alcanza… Yo de aquí, de mi casa, salgo a las cinco de la mañana y voy llegando siete, ocho de la noche. Es que son quince horas por fuera por 33 mil pesos. No se justifica.
Paola relata que aún si con la app tiene un pago estable y trabajo fijo, son jornadas muy extenuantes. Son más de doce o quince horas fuera de la casa movilizándose para ir a limpiar. Ella trabaja de lunes a sábado. Los sábados no le reconocen más dinero por su trabajo. Además, cuando debe pedir permiso un día, la app le descuenta dos de pago.
Una pide permiso, que necesita un permiso tal día entonces que no nos descuenten… O sea, supuestamente las empresas siempre le descuentan a uno el día de pedir permiso, pero en esta empresa nos descuentan dos días. O sea, si yo pido permiso mañana, bueno, me dan el permiso mañana, pero me descuentan mañana y el día que voy a trabajar, el otro día. Me descuentan dos días, 60 mil pesos que le quitan a uno. Eso es lo que no me parece.
Paola tiene un nieto pequeño, con quien le gustaría pasar más tiempo, llevarlo al parque a jugar. Saliendo de su casa a las 5 a. m. o 6 a. m. y volviendo en la noche, se pierde el compartir con su familia. Cuando ha necesitado pedir permiso en Hogaru, lo ha hecho para llevar a citas médicas a sus padres o nieto y cree que se debería tener esa flexibilidad en esas circunstancias.
También, le descuentan si llega tarde a un servicio. Esto pasa sobre todo cuando son turnos partidos; las trabajadoras remuneradas del hogar se demoran en llegar a las casas porque no conocen las direcciones o no hay transporte público a todos los barrios exclusivos donde deben ir. Si llega tarde, le descuentan hasta 11 000 pesos colombianos (USD 2,55). “Una tiene que llegar a la hora que es al trabajo; si yo llego tarde, entonces ya ahí le van descontando a una lo del sueldo”, cuenta Paola con preocupación.
Las empresas de plataformas digitales de limpieza deberían garantizar los derechos laborales. Hogaru es una app que contrata a las trabajadoras remuneradas del hogar cumpliendo con lo establecido por la ley en Colombia. Sin embargo, Paola menciona algunos temas que podrían ser contemplados para mejorar las condiciones de vida y trabajo de las mujeres que trabajan en la app. Paola demanda un incremento en la tarifa de pagos, sistema de selección de distancia de turnos de trabajo y política más flexible de permisos. Con esto, busca condiciones más justas de trabajo y una vida digna para todas sus compañeras. ¡Las apps de trabajo de limpieza pueden mejorar y son las trabajadoras quienes tienen el conocimiento de los cambios que se deben realizar!
Ilustraciones: Sara Agustina | @saraagustina