Giselle vive al sur, en Tlalpan, que es una de las 16 demarcaciones territoriales de Ciudad de México; es la alcaldía con mayor extensión territorial. Es madre soltera de tres niñas. Decidió separarse del padre de sus hijas porque era una relación violenta. Cuando dejó a su pareja, comenzó a trabajar en servicio doméstico. “Como yo soy madre soltera, mi necesidad fue más grande, yo tenía que hacerme cargo de mis hijas y tuve que buscar otro tipo de ingreso”. Fue una decisión de subsistencia para mantener a su familia, pero también para demostrarles y demostrarse que podía salir adelante sin un hombre que la mantuviera. Desde entonces, cría a sus hijas con la convicción de que ellas sean libres e independientes. En 2020, tras la sugerencia de su hermana, ingresó a trabajar en la aplicación Aliadas. Su hermana ya trabajaba ahí y la recomendó con la empresa. Aliadas es la primera app de limpieza de México, nació en 2014 con un proyecto piloto y, en 2015, entró en operaciones comerciales. Da cobertura en Ciudad de México y el área metropolitana. Esta app ofrece cinco tipos de actividades como servicio: trabajar con mascotas, planchar, lavar, cocinar o solo limpieza.
Según su creador, Aliadas fue concebida para mejorar las condiciones de trabajo de las trabajadoras remuneradas del hogar y, a su vez, facilitar a las personas clientes obtener el servicio. Una de las cosas que toma en cuenta la app es la distribución geográfica de la ciudad y permite a las trabajadoras escoger las zonas donde quieren laborar. La distribución se da a través de las paradas del metro. Es decir, ellas pueden escoger qué distancia desean desplazarse para ir a trabajar. Sin embargo, es en los barrios más ricos —ubicados en el norte de la ciudad— donde hay más demanda del servicio: en particular, los barrios de Polanco, la Condesa, La Roma y Santa Fe. “Yo puedo cambiar mi zona todos los días, pero, por lo regular, yo la dejo. Cuando no hay personas disponibles para Santa Fe mandan mensajes por la app o por WhatsApp. Nos preguntan quién puede cubrir un servicio a tal horario”.
Giselle afirma que la opción de escoger las zonas de trabajo es una gran ventaja que les da la app. Otro beneficio es la cantidad de servicios solicitados: tiene más trabajo con la app que “por su cuenta”. También, menciona que la app le da más seguridad y garantía en el pago, porque cuando trabajaba a cuenta propia, a veces, quienes la contrataban no le pagaban o le daban menos del precio acordado. No obstante, la tarifa que pagan las personas clientes a ALIADAS no es la misma cantidad que las trabajadoras reciben. A Giselle, la app le hace escoger cuánto quiere cobrar por hora de trabajo en un rango entre 57 y 99 pesos mexicanos (entre 2,81 y 4,88 USD, aproximadamente). Giselle escogió la tarifa de 99 pesos, pero la app cobra 120 pesos por su hora de trabajo. Es decir, 21 pesos más por hora (1,04 USD aproximadamente) que la aplicación se queda. Al preguntar a Giselle sobre las razones o motivaciones para que la app les haga decidir la tarifa, ella relata que Aliadas les dice “tú decides lo que vale tu trabajo”.
La idea de “decisión” es muy curiosa, porque en el sistema capitalista parecería que tú eliges, pero hay reglas de mercado y sistemas de opresión que operan, imposibilitando que esa sea una elección real. Las trabajadoras, al entrar a Aliadas, escogen la tarifa más baja para tratar de tener más pedidos y comentarios en sus perfiles. Giselle optó por una tarifa de 57 pesos al inicio. Además, para las personas clientes, cuando solicitan un servicio, se despliegan diferentes valores y habrá quienes escojan la tarifa más barata. Aparte, el mínimo de horas que se puede contratar con la app son tres.
En Aliadas, las personas clientes pueden ver los perfiles de todas las trabajadoras domésticas. Este incluye la foto de la mujer, su edad, y los comentarios que clientes anteriores han dejado de ellas y su trabajo. Las mujeres son calificadas por los clientes cada vez que terminan de limpiar una casa. Sin embargo, las trabajadoras no pueden calificar a las personas clientes ni dejarles comentarios. Tampoco pueden ver los perfiles de les clientes. “Aquí como que el cliente tiene más la razón”, reflexiona Giselle, me lo cuenta con un suspiro. Las calificaciones van de la máxima 5,0 a la mínima 4,0. Si las trabajadoras no aceptan servicios constantemente, baja su calificación. Si suspenden el servicio aceptado, también lo hace y la app hasta puede cobrarles a ellas el costo del servicio no realizado. Por ejemplo, si Giselle cancela un trabajo, le cobran a ella la cantidad que la persona cliente pagó, no lo que ella hubiera ganado. Es decir, le cobran más de lo que le hubieran pagado. “Si yo cancelo un día antes, me cobran 100 pesos; si cancelo el mismo día, me cobran el servicio completo. Cobran lo que la aplicación cobra, tal cual.”
Giselle afirma que hay más hombres que mujeres usando la app de Aliadas en Ciudad de México como clientes, o al menos a ella la solicitan más hombres, hombres solteros. También manifiesta que los hombres, para seleccionar a la trabajadora que irá a su casa, se guían por la apariencia de la mujer, es decir, ven su foto y su edad.
El cliente tiene la manera de ver nuestro perfil, que tiene foto, datos, edad. Creo que, por eso, tienen acceso a fotos; por ejemplo, está mi rostro tal cual y el de todas las compañeras, no dejan tener otro tipo de foto: tiene que verse nuestra persona. Creo que por eso se guio el cliente que me acosó. Yo tengo 36 años; también la edad cuenta; supongo que ha de haber dicho que soy joven y por eso.
Giselle relata su experiencia de acoso sexual trabajando con Aliadas: un hombre que contrató su servicio trató de sobrepasarse con ella. En esa ocasión, Giselle no notificó la situación mientras estaba en la casa del señor. Sin embargo, ella menciona que si un cliente acosa a una trabajadora doméstica y ella lo reporta a la app, la app únicamente impide que el cliente pueda contactarla nuevamente. Pero no lo suspende de la app y él podría acosar a otras mujeres. Cuando Giselle salió de esa casa, comunicó a Aliadas lo ocurrido: “después de que salí bloquearon el acceso para que él ya no me pudiera encontrar en la plataforma y ya no fuera yo otra vez a su domicilio”. Frente a esta situación, le pregunté a Giselle si ella podría advertir a las demás compañeras trabajadoras de la situación: “entre nosotras no tenemos comunicación, no sé si otras compañeras hayan pasado por lo mismo [ser acosadas], pero el cliente tiene la manera de ver nuestro perfil”.
Si se rompe algo mientras las trabajadoras están limpiando las casas, deben comunicarlo a la app y a la persona cliente. De esta manera, la app les descontará de su pago el valor del daño que le cliente reporte. “Si se rompe algo, sobre todo, eso sí tenemos que comunicarlo al cliente, porque puede ser que el cliente lo cobre”. Además, las personas clientes se preocupan de que las trabajadoras remuneradas del hogar les roben. En varias casas ponen cámaras y no se avisa a las trabajadoras que están siendo grabadas. Cuando terminan de trabajar, hay clientes que les piden abrir sus bolsas para revisarlas. “La mayoría de los clientes se preocupa por eso, ha habido casas donde tienen cámaras y todo eso. Una o dos cámaras en las habitaciones, la cocina”.
Pero, aparte de las grabaciones e inspecciones de sus bolsas, las trabajadoras remuneradas del hogar —dentro y fuera de la app— enfrentan discriminación, clasismo, racismo y sexismo. Hay clientes que no tratan bien a las trabajadoras domésticas, que no valoran el trabajo que ellas hacen. Como relata Giselle, “muchos dicen que para eso pagan, pero no tiene nada que ver el trato con el pago, debe de ser igual”. Ella afirma, con pesar, que hay una desvalorización del trabajo de cuidados remunerado y no remunerado: “a veces, mucha gente dice 'yo trabajo de limpieza y tú abogado', pero hasta los abogados contratan servicio de limpieza. Es lo mismo, nada más por lo que tú estás sentado y yo estoy barriendo… es un trabajo de todas maneras y merece reconocimiento y respeto”.
La app no les paga la seguridad social, no les da contrato de trabajo y no las reconoce como dependientes. “A nosotras nos llama aliadas. Tú eres una aliada que nos va a ayudar a hacer la limpieza y así”. Dentro de las demandas que tiene Giselle, ella sostiene que “sí sugeriría que Aliadas nos tenga en seguridad social porque sirve para tener una pensión jubilar”. ¡Para garantizar su jubilación digna!
Ilustraciones: Day Cuervo | @daycuervo